Solo quedan siete marsopas vaquitas marinas en la Tierra, y México es cómplice de su extinción al permitir una ola de redes
Las redes ilícitas abrumadoramente sobrepasan en número a las vaquitas en peligro de extinción en el refugio ficticio mexicano de “tolerancia cero” establecido para el cetáceo más pequeño del mundo.
[Traducción de la versión en inglés aquí]
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La trayectoria larga de la vaquita marina, como un elemento distintivo de la diversidad vertiginosa de seres vivos, está un poco más cerca de un fin evitable.
Los conservacionistas y biólogos lamentan que el Gobierno mexicano ha hecho poco para prevenir que los pescadores coloquen centenares de redes en el refugio para la marsopa diminuta con una supuesta “tolerancia cero” contra la pesca. El resultado, es un laberinto de ahogamiento.
Dichos mamíferos marinos, las ‘vaquitas’ mexicanas, se separaron de sus primos en el hemisferio sur hace dos millones de años, y están confinados a un hábitat tipo ‘callejón sin salida’, donde el río Colorado entra el Golfo de California.
Las vaquitas nunca fueron abundantes, indican los biólogos. Sin embargo, la última encuesta del refugio, lanzada el 16 de diciembre por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, calcula que actualmente solo existen unas pocas – lo más probable, siete u ocho individuos.
Hace apenas 13 años, las aguas templadas allá se encontraban llenas de los cantos de sonar, de unas 250 marsopas de cuatro pies de largo, mientras se alimentaban y se apareaban y esquivaban las flotas pesqueras.
Año tras año, los monitores acústicos en el refugio han detectado menos cantos – y este año los pescadores sabotearon muchos de aquellos micrófonos amarrados. El silencio cada vez mayor es, para mí, la señal más desgarradora de lo que se está perdiendo.
Escribí en Agosto del 2021 sobre la disminución dramática y rápida de la especie, con cada vez más individuos desapareciendo, presuntamente ahogados en las redes de deriva colocadas a finales del verano y durante el otoño para atrapar camarones, y de diciembre a mayo para abastecer un comercio de mercado negro con China impulsado por la especulación de las vejigas natatorias de las especies de peces totoaba de la región.
El último cálculo, en una encuesta de 2019, fue que solo quedaban 10 u 11 vaquitas. Las buenas noticias fueron que dicha cifra incluía varias hembras con terneros sanos, y estudios genéticos demuestran que la especie no se enfrenta a un atasco genético, y por lo tanto acción rápida realizada para disminuir la muerte, podría mantener a raya la extinción.
Eso continúa siendo el caso, declaró Barbara Taylor, una bióloga con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, quien a través de su trabajo ha buscado entender y rescatar la vaquita marina desde la década de los 1990. Y se divisó por lo menos un ternero, y tal vez dos, en los cinco días con buena vista durante la encuesta que se realizó este otoño.
“Simplemente me siento aliviada, que todavía hay por lo menos esa cantidad, dados los últimos dos años espantosos que siguieron inmediatamente después de una década de años espantosos”, me dijo. “Y realmente, uno solo puede darles crédito a los propios animales por estar allá. Pienso que dichos animales, hasta cierto punto, han aprendido a navegar de manera segura entre todo el montón de redes de deriva con las cuales viven, pues de otra manera no estarían aquí”.
Existen algunos éxitos modestos. En noviembre, INTERPOL y la Organización Mundial de Aduanas informaron que las autoridades mexicanas habían arrestado tres ciudadanos chinos mientras contrabandeaban vejigas de totoaba junto con pepino de mar, medicamentos de corales y efectivo.
Pero las malas noticias prevalecen. El verano pasado, el “área de tolerancia cero” que el Gobierno mexicano había establecido y prometido salvaguardar como un refugio de última defensa para la especie estaba de nuevo no monitoreada y llena de redes. Las boyas que delimitan su perímetro, habían sido saboteadas, con una terminando en tierra firme cerca del pueblo pesquero de San Felipe, el cual es el meollo principal de las flotas de panga.
En último término, el cetáceo más pequeño y raro del mundo se encuentra atrapado en un apretujón multidimensional, que incluye todo desde la demanda implacable de China de mariscos exóticos, hasta las bandas criminales y la corrupción de la política populista del Presidente Andrés Manuel López Obrador, para quien, los críticos dicen, los derechos humanos, y mucho menos los derechos de las especies en peligro de extinción, representan un asunto secundario en el mejor de los casos. (Lea esta nueva crítica de Human Rights Watch para entender por qué la disminución de la vaquita representa un subconjunto de una crisis ética más grande.)
La pena y tragedia de este momento, se debe a que existen métodos de pesca más seguros pero a la vez productivos, que podrían reducir las pérdidas de marsopas. Hay pesqueros que están dispuestos a probar dichos métodos. Existen acciones que China y Estados Unidos podrían realizar juntos, para frenar la demanda y ayudarle a México a reducir el comercio ilícito.
Sin embargo, el mundo es complicado y toda nación está mucho más enfocada en otros asuntos, que en la situación de especies en vías de extinción. Vale la pena notar que conflictos semejantes se están desarrollando en otras partes. En el estado de Maine, comunidades pescadoras de langostas enfrentan cada vez más restricciones dirigidas a salvaguardar las últimas ballenas francas del Atlántico Norte, las cuales pueden enredarse en el equipo flotante arriba de las trampas puestas en el lecho del mar. En Nueva Zelanda, los delfines de Héctor vulnerables y una subespecie extremadamente rara, el delfín Maui, están similarmente en peligro debido a las redes de deriva y algunas otras actividades pesqueras.
La falta de apoyo mexicano para aquellos pueblos pesqueros que han buscado probar distintos métodos pesqueros que no ponen en peligro a las marsopas es particularmente problemático para los defensores e investigadores.
“Hay unos pescadores muy buenos, que desean hacer lo correcto, para mejorar sus pueblos, la seguridad de sus familias, sus ingresos”, Taylor me dijo. “Y simplemente no les han dado la oportunidad. Este año no les dieron autorizaciones para empezar a utilizar equipo alternativo. Por lo tanto, esos pescadores fueron como que excluidos, y no puede haber un peor ejemplo a establecer”.
A finales de noviembre, el New York Times publicó un reportaje contundente por Catrin Einhorn, la corresponsal que cubre temas de la conservación, y Fred Ramos, un fotoperiodista y corresponsal independiente en México, que describe vívidamente la manera en que las presiones políticas, enardecidas por los elementos criminales de la región, estaban detrás de la decisión mexicana de dejar sin sentido las palabras “tolerancia cero”:
“Cuando le preguntaron sobre la falta aparente de acción, el Jefe de la Unidad de Comunicación Social Marina de la Armada de México, Contralmirante José H. Orozco Tocaven, dijo que los oficiales estaban adaptando el reglamento a las necesidades sociales en terreno, efectivamente permitiendo la presencia de hasta 65 embarcaciones en el área de tolerancia cero. Nunca habían visto más que ese número, dijo. Sin embargo, reconoció la falta en general de la aplicación de reglamentos. ‘Intentamos evitar el enfrentamiento’, aclaró el almirante”.
Lea el reportaje completo en el portaje completo en el New York Times aquí.
Y además, debe leer la descripción detallada por Benji Jones en cripción detallada por Benji Jones en Vox sobre la vaquita, y las posturas de aquellas personas en la comunidad pesquera que están enardecidas debido a la presión proveniente de los conservacionistas y aquellas personas que están intentando introducir prácticas que son más seguras para la especie.
Por último, haga todo lo posible para apoyar grupos, particularmente en México, que están intentando darle a la vaquita marina el necesario espacio vital (literalmente) para reemplazar el silencio creciente con un aumento de chasquidos y píos, y mas vistazos de ojos bordeados de negro, cuando los animales que todavía quedan emergen del agua para rodar brevemente e inhalar.
He aquí mi artículo publicado en agosto: A Porpoise at the Precipice [Una marsopa en el precipicio].
Haz clic aquí para una infografía que realicé cuando publiqué en mi blog del New York Times sobre la necesidad imprescindible de China de hacer su parte para frenar la demanda de vejigas natatorias de la totoaba.
Lea La estocada final a la vaquita marina, por Teresa de Miguel, El País
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